Cristina Nuñez

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Cristina Núñez es una mujer increíble de 55 años, vecina de Río Gallegos desde los años 60 llegó de la mano de su familia a poblar la Patagonia y no se fue más.



Junto a sus hermanos, transcurrió su niñez entre nieve y viento frío, leyendo “Billiken”, “El Gráfico”, “Así es Boca” entre otras revistas y fotonovelas de la época. Aficionada a la lectura y a la radio. Apasionada del fútbol, demuestra con argumentos sólidos una certera visión del juego más popular de los argentinos. Capricorniana, hincha fanática de Boca Junior lleva la ironía en su apellido que la hace convivir con sus archirivales de River Plate del porteño barrio de Núñez.


En 1999 un hecho desagradablemente movilizador, arranca del dolor de su corazón el primer poema de su autoría, el puntapié inicial del largo camino del escritor. Impulsora (si no fundadora) del grupo “Letras del Viento”, Cristina traza emociones que van desde el dolor, la injusticia social, impotencia y bronca; también el viento fue inspirador de su pluma varias veces. En 2009 publica su primer libro “Mientras la nieve sucede”



Cristina, recientemente jubilada de Servicios Públicos, convive con enredaderas y plantas que se arremolinan graciosamente; místicos colgantes de caña caen del techo inclinado de madera, fotos familiares en el rincón privilegiado de la casa descansan en una mesa custodiada de rosas blancas. Cuadros, flores y artesanías de arcilla completan el espacio en perfecta armonía. Una escalera caracol, madera y hierro, invita a otro ambiente de la casa, y reposa su primer peldaño cerca del almohadón verde que refugia al peludo amigo: “La nuñez”, fiel compañero canino.



Afectuosa, talentosa, detallista, transparente, cálida, modesta, le costó tiempo convencerse del título de escritora. Piensa en su vejez junto a su amado esposo en dignidad y plena felicidad. Escribiendo, editando sus escritos y disfrutando de la vida mientras dura. Su mayor miedo no es a la muerte, sino al sufrimiento de sus seres queridos.



Cristina es la última ganadora del concurso Mi primer libro, (10 años después de su primer poema y luego de participar y ganar en varias oportunidades diferentes concursos de poesía provinciales, regionales y nacionales) en 2007 pudo cristalizar una de sus ilusiones; tener entre sus manos un libro de su autoría. Si bien el género es poesía, las obras de Cristina no nos llevan a soñar con rosas frescas, ni amores no correspondidos como mayormente estamos acostumbrados a leer si de poesía se trata, su lírica refleja las problemáticas sociales. En sus líneas asoma la realidad y el discurso social, los reclamos colectivos convertidos en poesía, el testimonio del artículo periodístico hecho verso como evidencia de la época.



Crítica, no duda en señalar el error en lo propio o en lo ajeno



Reflexiva, muy preocupada por las problemáticas sociales.



Inteligente, se nutre a cada momento sin perder oportunidad y conservar el criterio.



Sensible, sufre el deterioro de la juventud y la infancia.



Tierna, su prioridad nunca es ella.



Idealista, añora una juventud sin males y una niñez con infancia.



Nimia, minuciosa con su ceremonial merienda a las 5 de la tarde.



Amigable, cuando sonríe irradia luz y calor.











“El Diego, mi hermano y yo”


“-Lloré por Maradona cuando lo sacaron del mundial de Estados Unidos 1994.
Como DT de la Selección hubiese preferido a Bianchi, la realidad es otra y hay que transitarla. Le tengo fe a su amor propio, sus ganas y fortaleza para superarse. Lo que me hace dudar es la falta de claridad que ha mostrado hasta ahora aunque creo que está en la búsqueda de su estilo.
No debe ser fácil ser Maradona como tampoco lo debe ser estar bajo las órdenes de él. Imagino que en los vestuarios se deben cruzar sensaciones entre jugadores y técnico. La personalidad tan particular del Diego hace que solo aquel que lo ama pueda comprenderlo y soportarlo.
A Maradona le perdono todo porque es un genio y me molesta el periodismo y la gente que todos los días lo condenan con dureza. Todos se creen con derecho a evaluar su vida, sus actos, su imagen.
Soy futbolera, los domingos suelo escuchar futbol por la radio mientras plancho. Esos momentos me linkean con recuerdos preciosos y valiosos de mi infancia.

Mamá planchando, papá y mi hermano frente al parlante de la radio, uno de River el otro de Boca, festejando el gol o renegando del que no fue. Tardecitas de domingo, pan casero y te con leche y mi hermano derrochando paciencia en mi, transmitiendo su pasión y amplio conocimiento de fútbol. Me enseñó a creer en uno mismo, a sacar conclusiones propias, a tener pensamiento crítico. Su palabra para mi era indiscutible, sus dichos o comentarios resolvían cualquier duda.
Cuando mi hermano partió escaleras arriba los domingos fueron terribles, mi ceremonia dominguera de fútbol quedó incompleta para siempre.-”


“HAIKU”

Cada libro de Cristina se lleva un plus. Un bonus. Un haiku.

El Haiku (俳句) derivado del haikai, consiste en un poema breve de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. Es una de las formas de poesía tradicional japonesa más extendidas.
Estos Haiku que obsequia Cristina Nuñez de puño y letra suyos, como una tarjeta de bienvenida en cada uno de sus libros, serán recopilados en la próxima obra que esperamos no se demore otros diez años.
Ésta talentosa escritora santacruceña nos obsequio uno de sus ejemplares y su repectivo Haiku que queremos compartir con ustedes amigos lectores.

El árbol llora

con lágrimas de ocre

bajo la lluvia
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Fanaticos

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QUIQUE....EL CAMINANTE

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Las calles lo vieron crecer, y yo también a través de la ventana. Nunca un hola ni un chau. Ni siquiera un gesto amigable. Repaso las miradas de desprecio que todos les clavábamos cada que aparecía con su traje maloliente.



Recuerdo los días de frío, en la farmacia; cuando mamá me llevaba a comprar el jarabe de la tos y él entraba. El tufo hacía que los clientes salieran disparados con nariz fruncida y una mano de barbijo.



Sólo quedábamos nosotros y no se muy bien por qué, supongo que, porque el jarabe era demasiado importante como para dejarlo en el mostrador.



Con los amigos de la cuadra solíamos preguntarnos que clase de espécimen era él, y ensayábamos alguna manera de molestarlo sin que nos lleguen sus tortazos y escupitajos. Reconozco que éramos muy crueles, pero la verdad nadie nos enseñó a respetarlo. En ocasiones sentí remordimiento, pero aprendí a convivir con eso, pensando tal vez que su misión en la vida era asustar a la gente, ser bien malo para que los chicos aprendiéramos a no seguir el mal ejemplo. Una especie de Grinch austral. Eso!



En épocas de fiestas navideñas, cuando los papas dormían casi todo el día para recuperarse de la “noche buena”, mis amigos y yo jugábamos en el patio externo con nuestras pelotas originarias del polo norte. Por la vereda del frente pasaba él, con su típico reniegue en lengua extraña, pantalón gris o marrón abajo y húmedo, un cigarro en la otra mano mugrienta y la cabeza rapada, sin rumbo.



La pelota pico tres veces y se quedó quieta, todos los ojos se dirigieron al personaje que por allí pasaba, perpetuamente apestoso; con las mismas ropas tristes, los ojos vacíos.



Los muchachos no perdieron la oportunidad de gritarle las mismas cosas de siempre, y esa imagen me cayo como un piano en la cabeza, por primera vez contemplaba de otra perspectiva la humillación de la burla, el desamparo, la indiferencia que mata.



Y me pregunté: que hace Quique en navidad?



Quique tenía más o menos la edad de mi hermano, que aunque Papá Noel ya no lo tenía en cuenta a la hora de los regalos, estrenaba ropa y zapatos. Salía con amigos, tiraba cuetes, era feliz, tenía una vida.



Qué hace Quique en navidad? No lo se y nunca lo supe pero me lo pregunto cada año.



Hoy que peino canas, sigo viendo al mismo Quique vagar por las viejas calles de tierra ya asfaltadas. El mismo desprecio de la gente taladrando la cabeza rapada de un hombre fracasado, matado por la indiferencia de sus vecinos que, sabiendo de su inocencia ultrajada y los sufrimientos de aquel niño, no intervinieron para mejorarle el futuro.



Estoy convencido que fui un pelotudo ignorante y prejuicioso y cada noche buena me lo recuerdo y transmito a mis hijos.



Con el tiempo supe que su nombre no era su nombre. Lo bautizó el pueblo y así quedó.



Quique era su hermano, a quien él llamaba a gritos cuando lo castigaban.



Quique es la sombra de la orfandad, mártir de la injusticia social, blanco de las peores culebras urbanas, victima del maltrato y desamparo de todos.



Y me pregunto cuántos Quiques andan sueltos por las calles argentinas, vagabundos sin infancia, aspecto residual confundido en la basura, hombres rotos casi muertos en vida. Navidades, fiestas patrias, todo es igual para ellos. Y para nosotros…también??? Quién es más pobre.




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Río Gallegos de ayer

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